En el bosque, la estupenda Leah y el inaguantable Sam ^^

Estaba siendo el día más aburrido de toda mi vida. No, de hecho si hubiera sido aburrido todo sería mucho mejor. En realidad desde que me había levantado esa mañana me sentía extraña, incómoda... Como fuera de lugar.
Era uno de esos días libres en los que cuanto más tiempo tienes, menos cosas te apetecen hacer. Básicamente porque no hay nada que hacer. ¡NADA! ¿Cómo podía ser? Era agobiante. Y lo más agobiante de todo era saber que si no hacía nada era porque no tenía con quién hacerlo. Apenas veía a los chicos, y las últimas veces que había entrado en fase había sido sola, por el puro placer de sentir la velocidad en mi piel. Pero estaban todos tan felices, tan asquerosamente imprimados y ocupados sonriéndole a la vida...

Incluso Embry se había imprimado, esto era un cachondeo ya...

Espera. ¿Es eso?¿Me molesta que sean felices?¿O me molesta no ser capaz de imprimarme yo también?

De pronto me descubrí a mí misma riéndome a carcajadas en mi habitación. ¿Cómo iba a molestarme eso? En realidad me daba lástima verles tan idiotizados, solo pensando en sus chicas y babeando todo el maldito tiempo... Yo no quería eso. Por supuesto que... no.

Me levanté de un salto de la cama, donde me había pasado el día perreando y caminé hacia el salón en busca de Seth. Tal vez no estuviera del todo mal hacer algo con mi hermano por una vez, algo de hermanos. Pero... ¿qué se supone que hacen los hermanos juntos?

-Eh Seth, ¿qué haces? Te echo una carrera hasta los acanti... -me interrumpí al llegar al salón y ver a mi ya no tan pequeño hermano durmiendo con la cabeza colgando del sofá. Entre imprimados y vagos estaba claro que la reserva no podía ser más divertida-. A la mierda... te he ganado la carrera -murmuré y volví a mi habitación. Me quité la ropa interior dejándome solo el vestido de tirantes blanco a la altura de la rodilla, el que solía ponerme para estar por casa, y salí a la calle.

El día estaba nublado como siempre, y las olas eran perfectas para hacer surf. Ojalá hubiera tenido una tabla de surf...

Cuando me adentré en el bosque y abandoné el sendero para hundirme entre la maleza me di cuenta por primera vez de que había salido descalza de casa. Realmente tenía un día de lo más tonto. Pero bueno, caminar descalza nunca había suspuesto un problema para mí, así que me quité el vestido, me lo até a la altura de la muñeca, y cerré los ojos dejando que todo mi cuerpo se relajara y creara aquella extraña conexión consigo mismo. Una vez creada esa conexión en la que mi primer cuerpo encontraba al segundo, éste se abrió paso a través de mis poros, haciendo temblar cada uno de mis músculos, erizándome el vello de los brazos, y con un gruñido ahogado sentí como mi cuerpo estallaba en llamas, para un segundo después abrir los ojos y ver mi propio hocico erizado. Sacudí la cabeza y empecé a saltar entre las raíces para un segundo después echar a correr, cada vez más deprisa, simplemente por el placer de hacerlo.

Y de repente ¡BUM!... toda la paz que podía haber conseguido en un segundo, aunque fuera poca, se desvaneció. La voz siempre gruñona de Sam retumbó en mi cabeza casi ensordecedoramente y mi cuerpo reaccionó por sí solo corriendo con más rabia.

-Leah...estupendo -murmuró mentalmente y yo me controlé para no gruñir.
-¿Sabes Sam? Yo también me alegro muchísimo de "escucharte" ¿Te he dicho alguna vez cuantísimo me gusta oírte en mi mente?
-Déjate de bromas y sal de fase Leah, lo último que necesito es tenerte en mi cabeza.
-Pues sal tú y déjame en paz Sam. Si estás cabreado no la pagues conmigo.
-Leah...
-¿Me lo vas a ordenar? -pensé con cierto tono de burla. Sentí como Sam se planteaba muy seriamente esa posibilidad, pero finalmente decidió pasar de mí. Vi a través de su mente como frenaba en seco, dejando de correr, y bufaba derrotado. Pude sentir su agobio y su desgana por todo, a la vez que se cruzaba el nombre de Jacob en su mente, y aflojé el paso yo también-. Sam ¿estás bien?

Sam ¿estás bien? – dijo Leah –
Y su voz sonó preocupada desde hacía ya miles de años, lo que me hizo sentir aún peor.

Leah Clearwater preocupada…creo que he entrado en una dimensión paralela – murmuré irónicamente –
Entonces noté una dolorosa mordedura en una pata y me giré bruscamente mostrándole los dientes.
¿NO TE HAN ENSEÑADO MODALES CAPULLO? – gritó ella furiosa –

¿Pero te he hablado yo Leah? Ignórame tía…no tengo tiempo para tus tonterías…- grité echándola de mi mente, ahora sólo quería abrazar a Emily y machacar a Jacob por irresponsable -

-Pues si realmente lo único que quieres es abrazar a Emily ¿porqué no te largas con ella? -grité mentalmente para mostrarle que me había enterado de esa parte de sus pensamientos.

Sam se rió para sus adentros y me miró como si aquello le divirtiera muchísimo.

-¿Porqué no te relajas Leah? Que ya eres grandecita...

Aquello me repateó de una forma inhumana. ¿Pero este tío de qué iba?

-Mira Sam, déjame en paz, no tengo porqué aguantarte.
-Ni yo a ti...
-¡Pues si tanto deseas largarte porque no te largas ya y punto?¿O es que prefieres estar aquí que en tu propia casa?

"Antes preferías estar conmigo que...". De pronto lo miré muy fijamente y deseé que no hubiera escuchado aquello. Luché con todas mis fuerzas por enterrar aquella frase en lo más hondo de mi ser. Luché por no pensar en Sam de esa forma, recordando cuando era a mí a quien abrazaba y no a Emily. Luché con todas mis fuerzas. Y lo conseguí. O al menos, oculté todo lo que pude. Aunque Sam agachó la mirada de una forma que no mostraba precisamente que se hubiera mantenido ajeno a aquello. Y de nuevo odié con todas mis fuerzas todo eso... odié ser una mujer-lobo. Odié compartir mi mente con la manda. Odié a los tíos. Me odié a mí misma y odié con todas mis fuerzas al capullo de Sam.

Una imagen borrosa pasó por nuestra comunicación, y me vi a mí hacia un año más o menos. Leah salía del instituto de la reserva con una preciosa camiseta roja de tirantes y el pelo suelto. En aquel momento me sentí el hombre más afortunado del mundo por tenerla a mi lado. Salí de mi coche corriendo y la levanté por la cintura mientras la besaba con pasión y deseo.
También en sus pensamientos pude sentir la calidez del momento, y me sentí mal, muy mal…fatal de nuevo por no corresponderla como debía ser. Ahora era incapaz de verla así, sólo me recordaba cada segundo los perfectos y cautivadores ojos de Emily, su sonrisa, su voz, su cabello….por algo era su prima.

Leah, nos vemos…- susurré girándome y dispuesto a marcharme de nuevo –
Sam venga ¿qué demonios te pasa? Solo quería divertirme un poco… – gritó ella de nuevo volviendo a adoptar su habitual tono borde –

Vete a la mierda Leah…- grité yo también –
Ella nunca había entendido lo culpable que me había sentido el día que me vio besar a mi Emily, fue como si la hubiera asesinado a sangre fría y nunca había sido capaz de perdonarme .

Sam vete ya a casa, a comerte el pastel de E-m-i-l-y – dijo ella modulando cada letra, y burlándose de mi enfado –

Entonces me giré y la miré con rabia contenida.
Leah tienes tres opciones: primera vete a casa, segunda sal de fase si quieres hablar conmigo sin hurgar en mi mente, o tres, te doy una paliza y te vas llorando a casa…¿qué escoges? – dije ya molesto por su fanfarronería -

Intenté sacar a la Leah fuerte, la que se reía de todo, para no dejar que aquello siguiera afectándome nunca más. Pero Sam parecía estar cabreándose de verdad, y yo no sabía si me molestaba que fuera tan sumamente insoportable, o si me molestaba que fuera consciente del daño que me había hecho. Casi me dolía más saber que recordaba cuánto había llegado a quererme...

-Leah tienes tres opciones: primera vete a casa, segunda sal de fase si quieres hablar conmigo sin hurgar en mi mente, o tres, te doy una paliza y te vas llorando a casa…¿qué escoges? -gruñó mentalmente y yo lo miré muy fijamente a los ojos.
-Tú ya no puedes apalizarme más, Sam... -pensé en un susurro y me di la vuelta alejándome lentamente de él.

Oí alto y claro lo que me había dicho Leah…Tú ya no puedes apalizarme más, Sam...
Y me sentí horriblemente culpable de nuevo, primero Jacob y ahora Leah, comenzaba a hartarme del día que me esperaba.

Leah chica lista, es mejor huir que enfrentarte a los recuerdos… - le grité a sabiendas de que le haría más daño –
Entonces decidí zanjar, de una vez por todas, la conversación y salí de fase para que ya no sentirme peor, por ella y por mí…

Me di cuenta de que había rebentado los pantalones cortos que llevaba antes de salir corriendo hacia el bosque, y sabía que Emily me mataría.
Pero estaba a unos metros de casa y entraría sigilosamente sin que ella lo notara, así que eché a andar tranquilamente por la hierba húmeda, cuando de repente oí un ruido entre los matorrales que quedaban unos metros tras de mí.

Levanté la nariz alerta y aspiré para distinguir el olor. Entonces la distinguí perfectamente, era Leah, y pude sentir su mirada penetrante en mi nuca. Me sentí sumamente avergonzado y me giré un poco para que se diera cuenta de que la había visto por el rabillo del ojo.

Estaba claro que Sam no iba a dejarme en paz... ¿porqué le costaba tanto darme un poco de espacio?¿No tenía suficiente con haberme destrozado el corazón que también tenía que seguir jodiéndome después? Estaba empezando a estar muy harta...

Y de pronto, el imbécil salió de fase. Encima.

Sus patas volvieron a su forma original, dejando en su lugar un par de piernas torneadas con un dulce color caramelo, fuertes y musculadas, y unos brazos cuyos músculos se marcaban bajo su piel suave y cálida...

Él ya no podía oírme. Y yo no luché más contra mí misma, contra mi propia mente, contra mis recuerdos y mis deseos... Y ya solo pude observar como su cuerpo volvía a la calma, como cada uno de sus músculos perdía la contracción de la salida de fase y como volvía a la paz tan deprisa como su piel se amoldaba de nuevo a cada rincón de su cuerpo, abrazándolo como si se tratara de un manto natural de protección...
Y recordé todo. Recordé sus labios, aquellos labios carnosos que habían acariciado los míos de la forma más tierna y dulce que se podía llegar a imaginar. Aquellos labios que me habían susurrado al oído erizándome la piel y que habían besado cada uno de mis lunares... Y recordé sus manos, el tacto suave pero fuerte de sus manos, sus caricias, la sensación de tener todo su calor en mi piel...

Sam era horrible. Era la persona a quién más odiaría durante toda mi vida. No podía soportarlo. Era asqueroso y repugnante. Sí, repugnante era la palabra.

Repugnantemente perfecto.

De pronto Sam se giró y me miró a los ojos, como si no hubiera sabido todo el tiempo que me encontraba allí, y parecía... ¿avergonzado? vaya un imbécil...
Me giré intentando olvidarle por un momento, intentando sacarle de mi mente de una maldita vez, y me sumergí entre la maleza. Salí de fase casi sin darme cuenta, y cuando sentí mis pies descalzos sobre el suave musgo, me desaté el vestido de la muñeca y me lo puse para volver a casa. Pero cuando volví al sendero, Sam seguía allí plantado como una estaca. Agaché la cabeza y pasé como un rayo por su lado sin volver a mirarle. Solo quería alejarme de él lo antes posible, ya que no sabía cuánto tiempo podría aguantar mi odio. Pero de pronto su mano me aferró a la altura del codo y el recuerdo de su calor sobre mi piel se hizo real de nuevo.

-¿A dónde vas? -me gruñó con rabia.
-A ti qué te importa -le contesté aún con más furia, liberando mi brazo de su presa, y aún sin mirarle seguí andando tan deprisa como podía, lejos... lejos de él...

off post: diossssss esto es tormentoso.. voy a llorar....

¿A dónde vas? –pregunté a Leah furioso porque me estuviera espiando-
A ti qué te importa. -contestó y desapareció tras los árboles-

Quería salir corriendo y alcanzarla, apalizarla pero a la vez consolarla y pedirle perdón. Aquella mujer siempre causaba reacciones enfrentadas en mí. Por un lado deseaba tenerla a mi lado como una amiga, mi prima o mi hermana…por otro quería que desapareciera totalmente de mi vida, que dejara de atormentarme con su sufrimiento. Yo no tenía culpa de imprimarme de Emily, de amarla con toda mi alma y mi corazón…pero Leah así me lo hacía creer siempre que la encontraba.
Cerré los ojos y comencé a andar rumbo a casa.

Offpost: uououououo…cómo me gusta el tema de los lunares!!!