Eufórico persiguiendo a Eva

Aparqué el coche en el aparcamiento del aeropuerto y salté del asiento. Cogí la maleta, cerré el coche y andé a grandes zancadas hacia la terminal, aguantándome, ya que de haber podido habría ido saltando.

Estaba eufórico y tenía la adrenalina por las nubes. Martin se había portado genial conmigo, mucho mejor de lo que esperaba. En realidad mucho mejor de lo que me merecía.
Había mirado las piezas de las cajas una a una, y había tenido la maldita suerte de tener tres piezas que Martin necesitaba urgentemente y el proveedor aún no se las había mandado, y ya iba un mes de retraso.
Examinó todas las piezas y me dijo que se las quedaría todas sin excepción, algunas para el taller y algunas para uso personal. Después le dio un repaso completo a la moto.
Me confirmó que había una goma rota que probablemente se habría agujereado con el impacto de una piedra o algo parecido. Pero era algo fácilmente reparable que apenas quitaba valor a la moto.
Le dimos un manguerazo en el taller y la dejamos reluciente. Era una gozada de moto.

-Te doy 500 pavos por las piezas porque hay algunas caras y difíciles de encontrar... y la moto es cojonuda. ¿Te parecen bien 1000? -me había dicho Martin.

Había necesitado varios minutos para asimilar la información. Martin me ofrecía 1500 malditos pavos por todo. ¡¡Ese tío era Dios!!
1500 dólares... ni siquiera esperaba llegar a los 600 con todo junto... Pero Martin era legal y me había pagado lo que realmente valía el material. Le debía una muy gorda.

-Gracias Martin, gracias en serio -le dije estrechándole la mano.
-¿Entonces aceptas chico?
-Sí sí, por supuesto, me has salvado el cuello, en serio...

Martin me había mirado realmente preocupado cuando le dije eso. Apoyó una mano en mi hombro y me llevó hasta su oficina. Me sentó y de pronto no entendí nada.

-Embry, muchacho... Sabes que conozco a tu madre desde que éramos críos -lo miré sin entender y esperé a que siguiera-. ¿Tienes problemas chaval? Si necesitas la pasta puedo dejártela sin que vendas la moto, es una moto de la hostia...
-No Martin, no tengo problemas... Bueno, al menos no problemas gordos, creo...
-¿Te están amenazando? -me preguntó frunciendo el ceño.
-¡¡No!! -exclamé soltando una carcajada-. No Martin, nada de eso. Es por mi chica... la he cagado con ella y ahora está en París. Tengo que ir a buscarla ya, y tengo 150 dólares de mierda...

Martin se echó a reír y me dio un puñetazo en el hombro.

-Me habías asustado, mamón... -me reí con él y me levanté de la silla-. Escúchame, no pienso vender tu moto. Es una moto muy guapa, y es tuya, me da igual que me la hayas vendido. Me la voy a quedar en el taller y solo la usaré yo personalmente. Si consigues reunir los 1000 pavos, vuelve a por ella. O págamela poco a poco... ya hablaremos. La moto es tuya chico.

Martin me había pagado los 1500 dólares y me había echado de su taller entre risas. Me sentía profundamente agradecido, aunque dudaba que pudiera recuperar la moto. Pero eso ya me daba igual. Tenía más de 1500 pavos en el bolsillo, y Eva, mi dulce e increible Eva, me estaba esperando en París.


Así que en cuanto llegué al aeropuerto compré un billete de avión directo a París. Me sobraron 200 dólares, con lo que tenía de sobras para pasar. Facturé la maleta y busqué la puerta de embarque. Justo cuando llegué, la azafata estaba llamando a los pasajeros a París por megafonía.

-Última llamada para los pasajeros del vuelo 417 destino París. Por favor embarquen por la puerta 12, gracias.

Eché a correr como un niño pequeño y me planté delante de la azafata de un salto. Le sonreí de oreja a oreja y le di mi billete y mi documentación. La azafata se echó a reir al ver mi euforia y me devolvió el billete y el pasaporte.

-Que tenga un buen viaje señor.
-¡¡¡¡¡Lo tendré en cuanto llegueeeeeeee!!!!! -le grité mientras corría por el pasillo en dirección al avión.